Ecos en los valles
12 de abril de 1982
De nuestro corresponsal en Gales
En las brumosas colinas y los valles empapados de lluvia de Gales, un nuevo y preocupante eco resuena entre el balido de las ovejas y el murmullo de los arroyos. No es el sonido de la industria ni el canto de un coro, sino el susurro de un nombre que evoca a la vez orgullo y temor: Meibion Glyndŵr, los Hijos de Owain Glyndŵr.
Desde hace tres años, este grupo clandestino ha reclamado la autoría de una campaña de incendios provocados contra segundas residencias de propietarios ingleses, dejando tras de sí las cenizas de casi un centenar de propiedades y un creciente clima de tensión. Pero, ¿quiénes son estos "hijos" que invocan el espíritu del último príncipe de Gales independiente?
Fuentes locales, que hablan bajo condición de anonimato por temor a represalias, describen a los miembros no como un ejército formal, sino como una hermandad dispersa de hombres de campo, profundamente arraigados en la tierra y en la lengua galesa. Se habla de agricultores, canteros y trabajadores forestales, hombres cuyas familias han trabajado esta tierra durante generaciones y que ahora ven en las casas de vacaciones un símbolo de la erosión cultural y económica de su nación.
"No son extraños", nos confía un antiguo minero en una taberna de Blaenau Ffestiniog. "Son los muchachos que ves en el mercado, los que hablan galés con sus hijos. Sienten que su modo de vida está siendo borrado, comprado y vendido como una postal".
Informes no confirmados sugieren que estos hombres, lejos de ser meros incendiarios desorganizados, llevan a cabo maniobras rudimentarias en las vastas y deshabitadas extensiones del campo galés. Se dice que utilizan la agreste topografía a su favor, reuniéndose en granjas aisladas y bosques remotos para coordinar sus acciones.
Más inquietante aún es la aparición de fotos y de lo que algunos testigos describen como su inconfundible uniforme. Lejos de ser una vestimenta improvisada, los miembros visten un uniforme verde militar, rematado con una desafiante boina roja. Esta uniformidad, que evoca a otros grupos insurgentes, sugiere un nivel de organización y una seriedad en su propósito que preocupa profundamente a las autoridades.
La cuestión de las armas añade otra capa de misterio. Se rumorea que algunos de los miembros más veteranos del grupo disponen de viejas armas de fuego. Las especulaciones van desde antiguos rifles Lee-Enfield de la época de la guerra, heredados de padres y abuelos, hasta escopetas de caza, comunes en las zonas rurales y algunos rifles de asalto Ak-47.
Si bien hasta ahora la campaña de Meibion Glyndŵr se ha centrado estrictamente en la propiedad vacía, y alguna escaramuza de poca importancia con la policía, la posible presencia de armamento en manos de un grupo que opera en la sombra es una perspectiva que hiela la sangre en Westminster.
Tras los últimos tiroteos, la policía de Gales, en la llamada "Operación Tân", intensifica sus esfuerzos para desmantelar la red, la realidad sobre el terreno es compleja. En muchos valles de habla galesa, existe una simpatía tácita, si no un apoyo abierto, hacia los objetivos del grupo, aunque no necesariamente hacia sus métodos. El fracaso del referéndum de devolución en 1979 dejó una herida abierta en la psique nacionalista, y la reciente creación del canal de televisión en galés, S4C, es vista por algunos como una concesión menor frente a las amenazas económicas y culturales que perciben.
Los Hijos de Glyndŵr, por ahora, permanecen en las sombras, su número y su verdadera capacidad desconocidos. Son un fantasma nacido de la historia, una reacción violenta a las presiones del presente. Y mientras el humo de las casas de campo incendiadas se eleva hacia el cielo galés, la pregunta que queda flotando en el aire es si son los últimos rescoldos de una vieja rebelión o las primeras chispas de un nuevo incendio.
Comentarios
Publicar un comentario