CRISIS EN TRES FRENTES

 EL REINO UNIDO VIGILA LA ZONA DE EXCLUSIÓN EN MALVINAS MIENTRAS AUMENTA LA TENSIÓN CON NORUEGA Y LAS HUELGAS INTERNAS

The Times

Por Alistair Finch, Corresponsal Político y de Defensa. 

LONDRES, 25 de abril de 1982 – Mientras el Ministerio de Defensa anuncia la imposición de una Zona de Exclusión Total de 200 millas náuticas alrededor de las Islas Malvinas, el gobierno de Margaret Thatcher se encuentra asediado en un conflicto de tres frentes que amenaza con llevar al Reino Unido a una de sus crisis más graves desde 1945. Además del enfrentamiento militar en el Atlántico Sur, Downing Street ha provocado una peligrosa escalada diplomática con Noruega, un aliado de la OTAN, por el control de vitales recursos petrolíferos, todo ello mientras una ola de huelgas, originada por la represión de la agitación nacionalista en Gales, amenaza con paralizar la industria nacional.

La pasada declaración de la Zona de Exclusión, es la señal más clara hasta la fecha de la determinación británica de recuperar las islas por la fuerza si es necesario. La Royal Navy ya ha desplegado en la zona sus dos portaaviones, el HMS Hermes y el HMS Invincible, junto a su grupo de escolta, listos para hacer cumplir el bloqueo.

 Además, aunque no confirmado oficialmente, crecen los rumores en círculos de defensa de que unidades de élite del SAS y el SBS ya han sido desplegadas en la isla de Georgia del Sur, preparando el terreno para una posible recaptura.

Mientras la maquinaria de guerra se acelera en el Atlántico, la tensión internacional se disparó la semana pasada en el Mar del Norte. El gobierno, en una audaz apuesta por la independencia energética, autorizó a British Petroleum a iniciar perforaciones en el gigantesco yacimiento "Njord-Triton", situado en una zona marítima disputada con Noruega. Oslo ha calificado la acción de "provocación hostil", y la disputa amenaza con fracturar el flanco norte de la OTAN en un momento de máxima vulnerabilidad.


Este desafío en el extranjero es el telón de fondo de una crisis interna que ha estallado en el oeste de Gales. La región se convirtió en un polvorín tras la emisión de un comunicado sedicioso por la célula terrorista "Llais y Ddraig", que llamaba a los soldados galeses a desertar. La respuesta del gobierno, la "Operación Red Dragón", ha incluido redadas y detenciones que han sido la chispa que ha encendido un fuego mucho mayor.

Los principales sindicatos del país, viendo la operación en Gales como una "represión de estado policial" amparada en la guerra, han convocado paros solidarios en puertos y refinerías. "Rechazamos a los traidores, pero no permitiremos que se usen tácticas autoritarias contra las comunidades obreras", declaró un líder sindical.

Downing Street se encuentra así en una posición casi imposible. Debe gestionar una guerra a 8,000 millas de distancia, una crisis diplomática con un aliado clave que podría afectar al suministro de petróleo, y ahora enfrentarse a una parálisis industrial interna que no solo socava la moral nacional, sino que podría afectar directamente a la capacidad logística para sostener el esfuerzo de guerra.

Comentarios